Esta semana ha estado de actualidad el llamado "top manta", es decir la venta ambulante de productos falsificados a raíz de los desgraciados hechos ocurridos en la localidad tarraconense de Salou con el fallecimiento de un ciudadano senegalés.
He leído y escuchado muchas opiniones al respecto, de todo tipo, incluso algunas de ellas un tanto exageradas y fuera de lugar.
Entiendo que cualquier debate hay que ponerlo en el contexto de la legalidad y si está no nos gusta o es errónea, es la que habrá que cambiar pero no podemos valorar los hechos saltándose la legalidad.
El artículo 274 del reformado Código Penal, que entró en vigor el pasado 1 de julio castiga con las penas de uno a cuatro años de prisión y multa de doce a veinticuatro meses la distribución o comercialización al por mayor de productos falsificados y de seis meses a tres años de prisión la distribución o comercialización al por menor. Éste es el tipo penal al que inicialmente se podría haber enfrentado el fallecido, toda vez que por la información que ha salido a la opinión pública no estamos ante un mero vendedor ambulante sino ante una de las personas que distribuían los productos a otros vendedores ambulantes.
Para el caso del "top manta" en sentido estricto, el Código Penal impone por la venta ambulante u ocasional de productos falsos la pena de seis meses a dos años de prisión, si bien el Juez, atendidas las circunstancias del culpable y la reducida cuantía del beneficio económico obtenido podrá imponer la pena de multa de uno a seis o trabajos en beneficio de la comunidad de treinta y uno a sesenta días.
A tenor de ello, la actuación de los Mossos d´Esquadra estaba absolutamente justificada. Se trataba de una investigación por un delito cuyas penas van de de 1 a 4 años. Por lo que parece se trataba de una investigación iniciada en el mes de abril, al detectarse la importación a través de servicios de paquetería de productos falsificados cuyo destino, entre otros, era el piso de los hechos. En los registros de las tres viviendas fueron intervenidos más de 5.000 productos presuntamente falsos y unos 3.300 € en efectivo.
Actuación por otra parte llevada a cabo con el correspondiente mandamiento judicial de entrada y registro en el domicilio.
Por tanto, poco tiene que ver con el top manta el registro efectuado salvo que el destino de los productos era el "top manta". Sin embargo el otro día escuchaba la opinión de un periodista-tertuliano diciendo que le parecía excesiva una entrada y registro por estos hechos. Sin comentarios. Que explique cómo se puede luchar entonces contra la piratería y la distribución de productos falsificados desde pisos.
Y en este punto conviene recordar que la piratería no solo afecta a las marcas o a las multinacionales, sino que también afecta a los comerciantes que venden productos legales y pagan sus impuestos y generan puestos de trabajo, además de tratarse de una actividad al margen de impuestos y muchas veces vinculada a redes de blanqueo de capitales, financiación de actividades terroristas, etc.
Xvazquez |
Otro tema muy escuchado es el racismo, así lo manifestaban algunas personas de la comunidad senegalesa de Salou e incluso algún político. Yo, hace dieciocho años que me dedico a esto, he estado en cientos de intervenciones en mercadillos, interviniendo producto falso de personas españolas, de una raza o de otra pero siempre que intervienes un puesto de una persona de otra raza, te llaman racista y es triste porque el problema del racismo es demasiado importante como para sacarlo a colación para justificar cualquier actuación policial.
El problema del top manta indudablemente hay que afrontarlo desde diferentes perspectivas y es evidente que no se solucionará sólo desde un punto de vista policial o judicial, puesto que hay que buscar opciones para que los colectivos principalmente de emigrantes extranjeros que se ganan la vida con ello tengan salidas dentro de la legalidad, pero la solución no pasa por tolerar una actividad ilegal.
Y la lucha contra el top manta es muy complicada desde un punto de vista policial, pues las actuaciones en los centros de las ciudades son absolutamente desaconsejables pues pueden provocar problemas de orden público y ser el mal producido peor que el que se trata de evitar. Los métodos van cambiando, esta semana por ejemplo se conocía que en los propios mercadillos se estampan las marcas en las prendas (noticia) y se ha convertido en un auténtico juego del perro y el gato.
La solución como siempre pasa por cortar los suministros de productos falsificados y eso pasa por dotar de más medios y efectivos a las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado, cambiar la mentalidad del comprador de productos falsificados, uno de cada seis consumidores españoles admite comprar falsificaciones y afrontar el problema de la inmigración.
Lo que me produce mucha pena es convertir el top manta en arma política.
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