Llegó el día, mi grupo parlamentario Podemos-En Comú-Compromis-En Marea me propuso para defender nuestra posición en la moción sobre la supresión de los aforamientos y por primera vez en mí (hasta ahora) corta vida política salí a la tribuna de la cámara alta.
Foto de mi compi Virginia Felipe |
El aforamiento es una situación jurídica según la cual determinadas personas por el cargo que ocupan o por la función que desempeñan no son juzgadas por el tribunal que le correspondería a cualquier ciudadano sino por los tribunales superiores.
En resumen, la situación de los aforamientos en España no tiene parangón en ningún otro ordenamiento jurídico comparado, en España existen más de 17.000 aforados, de los que unos 2.500 son cargos públicos y el resto, jueces y fiscales, y ello sin contar los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado, que tienen un aforamiento parcial, con los que con ellos el número se elevaría a más de 200.000.
Si lo comparamos con los países más cercanos, en Italia, Portugal o Alemania solo goza del privilegio del aforamiento el presidente de la República y en Francia, además del presidente de la República están aforados únicamente los miembros del gobierno.
La figura del aforamiento podía tener explicación en el contexto en que se diseñó después de una dictadura y como una garantía democrática con la necesidad durante la transición de que políticos y jueces y su libertad de expresión estuvieran protegidos. Pero de eso hace ya casi cuarenta años.
El aforamiento no tiene hoy en día ninguna justificación, que un cargo público esté aforado implica la suposición de que un tribunal superior será mejor o más justo que otro y eso es inadmisible y va en contra de la independencia judicial.
Es contrario a la lógica defender que existe independencia judicial y en cambio "proteger" a determinados ciudadanos por su cargo político o profesión para que solo sean juzgados por determinados tribunales.
Además desde un punto de vista estrictamente procesal el aforamiento es contradictorio por varias razones:
-Porque la labor de los magistrados de los altos tribunales encargados de conocer las causas de los aforados no es investigar o instruir delitos.
-Porque si hay un aforado implicado, el tribunal competente debe hacerse cargo de la totalidad del caso, enjuiciando también a personas no aforadas, salvo que troceemos la causa, lo que resulta muchas veces contraproducente y comporta retrasos en la tramitación de las causas con las idas y venidas del procedimiento de un tribunal a otro.
-Porque el aforamiento va en contra del derecho internacional porque se pierde el derecho a una segunda instancia y genera una discriminación negativa con relación al resto de ciudadanos, No en vano, así se lo ha advertido a España ya en tres ocasiones el Comité de Derechos Humanos de Naciones Unidas.
Eso sí, la supresión de los aforamientos que propugnamos deberá acompañarse de una potenciación del delito de denuncia falsa, de poca aplicación en nuestros Tribunales y de una reforma en la elección de los miembros del Consejo General del Poder Judicial, que son los encargados de designar a los miembros de las salas superiores, alejándola de cualquier influencia del poder legislativo.
Y como no de una verdadera reforma de la Justicia, igualando la ratio europea de jueces por habitante (ahí no somos campeones como en los aforamientos sino que estamos en la cola de Europa), dotándola de medios humanos y materiales suficientes y con una nueva Ley de Enjuiciamiento Criminal acorde con los tiempos que vivimos, poniendo a la Justicia en el lugar que le corresponde como uno de los pilares básicos de toda sociedad democrática.
La propuesta de moción de supresión de los aforamientos fue rechazada con los votos en contra del PP:
Aquí os dejo el enlace del Diario de Sesiones del Senado por si a alguien le interesa seguir todo el debate.
Acabado el debate el PP presenta una nueva moción solicitando la creación de una comisión para la "reforma y limitación" del aforamiento, que no supresión. Me suena a aquello de que si quieres que algo no se toque, crea una comisión. En fin,
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