“En relación a la pregunta de referencia,
se informa que la caza es competencia de las Comunidades Autónomas, por ello,
el gobierno no tiene previsto prohibir la caza con perros”.
Ésta es
la escueta respuesta por parte del gobierno a las tres preguntas que recientemente
le formulé:
-¿Tiene previsto el
gobierno en coordinación con las Comunidades Autónomas algún tipo de actuación
para reducir el número de perros de caza abandonados?.
-¿Tiene previsto el
gobierno en coordinación con las Comunidades Autónomas algún tipo de control
administrativo al finalizar la presente temporada de caza?.
-¿Se ha planteado
el gobierno prohibir la caza con galgos como están solicitando protectoras y organizaciones
no gubernamentales animalistas?.
La
única pregunta a la que ha dado respuesta directa el gobierno es ésta última,
no vamos a prohibir la caza con galgos. Las otras dos las responde por omisión:
No vamos a hacer nada.
El
gobierno se lava las manos con la excusa de que es una competencia autonómica.
Ahora bien cuando las Comunidades Autónomas legislan sobre maltrato animal el
gobierno recurre al Tribunal Constitucional como ha ocurrido con la prohibición
de las corridas de toros en Cataluña o con la prohibición de sacrificar a los
toros en las corridas en las Illes Balears.
Pero el
problema de los perros de caza, principalmente galgos y podencos es grave. Diversas
organizaciones y protectoras alertan que
el
número de perros de caza abandonados está aumentando exponencialmente en los
últimos tres años y que la situación va a peor, abandono en calles, campos y
carreteras, muchas veces heridos y con fracturas, sobre todo en la época de
caza.
También denuncian
un aumento muy significativo de cachorros que lo atribuyen a que la selección y
descarte de los perros se está haciendo ahora a edades más tempranas y temen la
llegada del mes de Febrero cuando acaba la temporada de caza al verse
desbordadas y sin medios ni recursos para hacer frente a esta situación.
Se calcula que, de
raza galgo, 50.000 perros son abandonados cada año al finalizar la temporada de
caza, si bien los datos oficiales no reflejan esta realidad. Así según los
datos ofrecidos por el gobierno a preguntas de mi compañera Maribel Mora, en
2016 fueron incoadas 113 infracciones penales relativos a galgos y 151 en
relación a otros perros de caza y 1.401 infracciones administrativas relativas
a galgos y 2.183 en relación a otros perros de caza.
Según datos de la propia Guardia Civil, alrededor del 40% de
los perros afectados por algún tipo de maltrato animal son galgos y otros
perros de caza.
Sea como sea, las cifras abruman y rara es la semana que no
vemos duras imágenes de galgos abandonados malheridos y famélicos, muertos en
el fondo de pozos o ahorcados en árboles y los refugios y protectoras no dan
abasto.
El Estado español
sigue siendo el único de la Unión Europea que permite la caza con galgos.
Estamos en una
legislatura que creo (y deseo) será de inflexión en relación a los derechos de
los animales. La prohibición de cortar el rabo a los perros, también a los de
caza, el apoyo unánime para considerar a los animales seres sintientes y no
cosas y algunas iniciativas pendientes de debatirse como incluir en la
educación la empatía hacia los animales o la recientemente presentada
iniciativa para incluir en el Código Penal el maltrato a animales salvajes no
dejan de ser un reflejo del sentir social sobre la defensa de los derechos de
los animales.
Y también, cada día
son más las voces que reclaman la prohibición de la caza con perros por el
maltrato que conlleva.
Y llega febrero, y
termina la temporada de caza en España. Y
empieza Febrero, el miedo de los galgos. Título
de un recomendable documental sobre la realidad en España de los galgos.
El 4 de febrero, se
van a celebrar en 31 ciudades españolas y en otras ciudades de Francia, Italia
y Bélgica manifestaciones contra la caza y el abandono, maltrato y matanza de
perros llamados de caza. Allí nos veremos y bien acompañados.
(Artículo publicado originalmente en la Revista Treball el 1 de febrero con el título Arriba el maleït febrer)